martes, 29 de enero de 2013

Una introducción...


Cosa notable esta de vivir. Tomamos conciencia en un mundo culturizado que nos imprime su sello, nos moldea el comportamiento, corroyendo más allá del relacionamiento social, alcanzando inclusive la médula de la propia personalidad. Luego un día descubrimos el amor, y establecemos noviazgos. Creemos en el amor verdadero y único, creemos que existe un "alma gemela". Esa persona especial que nos completa, la "media naranja". Tomamos dogmas amorosos y los asumimos innegables: que si te quiere sólo querría estar contigo, que el amor puro y verdadero todo lo soporta, todo lo puede (nos tragamos las palabras del libro), que si me quiere me aceptará como soy, que el sacrificio por el ser amado es el más alto ideal romántico. Todas estas asunciones carecen de significado real, son vacuas en sí mismas, y trasladan ese vacío a los espíritus sensibles. 

Todos somos unidades biológicas que responden a estímulos externos y viven reaccionando continuamente. Si tocamos una zona de nuestra piel el tiempo suficiente llegará el momento en que dejaremos de sentirlo. Lo mismo con el corazón. La vida no termina con el noviazgo ni con la boda. Si nuestros valores están huecos, por más tradicionales y "normales" que sean, la vida se marchita, va perdiendo color. Y un día cualquiera has descubierto que tu vida estaba anestesiada, que perdiste la capacidad de sentir. Y comienzan los celos, las inseguridades, las infidelidades. Porque esperamos que las cosas sean de cierta manera, y sin pensar si realmente nos hace bien. E infligimos restricciones a nuestros seres amados, buscando sostener en alto el ego. Siendo arquitectos del mal, y víctimas al mismo tiempo. 

Y es posible que luego te encuentres en la disyuntiva de no saber qué sentís. Si querés o no querés a tu pareja. Encontrás a alguien fuera de tu relación que te deslumbra, y creés que será el remedio de tus males espirituales, pero nunca analizaste de manera mínimamente razonable si es cierto que así será, si en realidad no terminarás repitiendo el libreto. Y también te vas encontrando tú mismo, reaccionando y actuando de maneras que no creías que lo harías, tal vez decepcionándote de tí mismo. 

Y la vida en su riqueza de combinaciones situacionales, en vaivenes experienciales te sitúa en lugares contradictorios, en lugares que no esperabas estar, sentimientos que no esperabas sentir, reacciones de las que no te creías capaz, y hasta probablemente rompiendo con tu ética personal o con lo que pensabas era tu manera de pensar.

Luego la realidad te va pintando sus colores particulares: es altamente improbable que encuentres una persona que te satisfaga completamente, incluso es probable que sea conocida de tí de larga data, y que jamás hayas reparado que son compatibles; si encontrás alguien que te satisface, puede que cambies tú, puede que cambie ella (¿es posible siquiera definir qué aspectos de la persona "cambiaron" realmente?).

Somos unidades acotadas con voluntad, individuos, nuestro accionar es autónomo. Y la acción eficiente supone actuar por cuenta propia para la búsqueda de la felicidad. Somos responsables directos (tal vez no únicos) de buscar nuestro sentido en esta vida, la vida no tiene sentido en sí misma, (otro dogma generalizado) más allá del que nos impone natura (extender la especie). Podemos agregarle el sentido que nos permita sentirnos a gusto en el paso por esta tierra, plenitud en nuestras actividades.

La dimensión del comportamiento y sentimiento humanos no pueden restringirse y acotarse. No tienen forma definida, quien así lo crea es un iluso. También es altamente improbable que encuentres a alguien que te guste o llene en todos los aspectos. Imponer el amor a una sola persona es una tiranía. Restringir el amor a una sola persona es imponerse la ceguera. Es posible sentir afecto por varias personas, en distintas intensidades y naturalezas.

Y volvés a pensar desde tu perspectiva personal y sentís que quieres a tu pareja, pero no te alcanza, el sentimiento de libertad aliviana las cargas del sentir. En el mismo momento en que pusieron cepo al corazón empezamos a marchitarnos. 

Y de eso se trata esto, de la libertad de sentir, de sentirse pleno a la luz de varios afectos, o de uno solo, de no limitarnos arbitrariamente, sino de mantenernos abiertos a un amor pleno y libre, lleno de sentido, contenido y sincero. Es lo que quiero compartir, y en lo posible, abrir las mentes de quien lea esto. 

Y por qué no, sacar del limbo a alguna persona que siente que no encaja en este esquema vigente. 

Si sentís que no encajás, que no podés evitar causar daño. Si no podés entender cómo actuás distinto de lo que tus parejas esperan de vos. Si creés que estar en pareja no es entregar una llave de posesión del propio cuerpo. Si creés que compartir afecto con personas distintas de tu pareja no puede ser malo, ni constituirse en fuente de culpa. Si creés en la libertad de las personas, informate, animate, explorá. Hay opciones, hay maneras distintas de ver el amor y las relaciones humanas, más realistas, más naturales, más sinceras y más significativas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todos los comentarios son bienvenidos, aunque están sujetos a remoción en caso de que así lo considere necesario.

Flotante