sábado, 13 de diciembre de 2014

De los fines del sexo

"Con la moral corregimos los errores de nuestros instintos,
y con el amor los errores de nuestra moral."

José Ortega y Gasset


Para buena parte de la comunidad secular, el asunto está zanjado. Sin embargo, hasta pudiendo ser sorprendente que en algún círculo cristiano exista un debate sobre la función del sexo, es posible encontrarse con la opinión de que, a más del reproductivo, también es posible practicar sexo con el fin de obtener placer, acotado al matrimonio entre enamorados como es esperable en estos casos. La Iglesia Católica lo reconoce

Pero el asunto es ese, que está claro que el sexo en todo el mundo suele practicarse sin la idea de buscar descendencia. De hecho cuando estamos enamorados de alguien, queremos tener sexo con esa persona, no necesariamente hijos, sino sexo, coger. Porque estrechamos el vínculo y la intimidad, y da gusto coger por amor, esta es la función relacional del sexo. 


Pero además resulta que da gusto coger, así a secas. No necesitamos demostrar con teoremas que el estímulo de los genitales producen sensaciones placenteras. Estamos prestos a buscarlas de todo tipo. Las buscamos, esperamos ese torrente de endorfinas que obtenemos gracias a todo un mar de actividades y sustancias. Es decir, volviendo al sexo por placer, podemos practicarlo por el mero gusto del sexo, sin buscar vínculo afectivo, sin intentar llevarlo a algo más profundo, más espiritual, ni cambiar pañales nueve meses después. Y ni siquiera es necesario, a veces, repetirlo con la misma persona. Es la función recreativa del sexo. 

Dicho esto, sin entrar a emitir juicios de valor sobre la ética o la moral personal, lo cierto es que en el mundo social se dan estas tres razones por las que tener sexo. Restringir a lo reproductivo el asunto sexual es la piedra angular, la base de asiento de todo un cuerpo de juicios y prejuicios negativos sobre la sexualidad humana. Porque es en base a acotar al sexo a lo reproductivo que se construye la idea de la desnaturalización del sexo si no tiene fines reproductivos, o si no es heterosexual y cisgénero. Tampoco tiene sentido defenderlo desde lo biológico, ya que la especie humana tiene la particularidad de no tener períodos o temporadas de apareamiento (celo), coge cuando quiere. La propia biología se encargó de dotar a la humanidad de libido casi permanente, esté o no esté la mujer ovulando.

Y hasta es notable cuán ad hoc es el argumento de la naturalidad (aquí le dan con un palo), tan ninguneada en TODO otro ámbito, pero sus cultores la pretenden aplicar tan férreamente al campo sexual. Porque ¿quién en su sano juicio diría que no tomará pastillas sintéticas para curarse o se extirpará un tumor porque son "procedimientos antinaturales"? Y es que además, lo "natural" es un término que ni siquiera está claro qué significa. Podríamos entrever que tres acepciones posibles son a) lo que existe en la naturaleza, b) lo que es normal, o está extendido en uso o práctica, c) lo que responde a una función o a un fin. 

Y acá hago un paréntesis e incluyo un prejuicio mío (y permítaseme el exabrupto): que sospecho que en el fondo, quien sostenga alguno de los tres criterios, o no profundizó su razonamiento o busca dotarle de legitimidad, de objetividad a sus prejuicios, a sus gustos personales, a sus preferencias, por no decir a su intolerancia, estrechez mental y su estirpe de dictador. 

Primero que "lo que existe en la naturaleza" podríamos volver a descomponerlo en dos: a) la naturaleza en el sentido de lo salvaje, lo inhóspito, el imperio de los instintos y la biología; b) lo que sucede en la realidad. Asumo que el lector está bastante informado en cuanto a que ambas están ampliamente superadas: en la naturaleza llueven ejemplos de comportamientos homosexuales, así como en la realidad social humana.

En segundo lugar, vuelvo a apelar al lector informado sobre la transitoriedad y la relatividad geográfica de lo normal, lo normal es el cambio. Una tradición no es 100% inmune al cambio ya que sufrirá variaciones, restas y sincretismos al pasar el tiempo, hasta convertirse en algo completamente distinto de lo que fue en sus primeros tiempos. 

El argumento de la funcionalidad se apoya en el principio antrópico para crear un engendro estéril. El ano no es una parte del cuerpo que esté "preparado" para recibir la invasión de una verga, más allá de que tal vez al que así crea le venga bien informarse un poco, el mundo está recargado mil por ciento de ejemplos de objetos que tenían un fin específico y terminaron siendo otra cosa. Y es que yo pregunto si el cuerpo está preparado para recibir ropas o ponerse zapatos, corséts, corbatas. De hecho, una vagina no está preparada tampoco para ser penetrada a menos que se le logre la correspondiente lubricación. Pero yendo al punto que se objeta, ¿la boca acaso está preparada para recibir un pene?

[...y pienso en la paja rusa...]

¿Pensarán que el squirting no es realmente necesario? ¿El orgasmo femenino? O se trata
de un caso más de disonancia cognitiva. Lo cierto es que las cosas tienen la función que se les da, no tienen una función objetiva, trascendental y predestinada. Es contingencial. El cepillo de dientes puede usarse para ponerle betún a los zapatos y los pepinos para nutrir el cutis. 

El último eslabón, el último hueco, en última instancia, el argumento de la naturalidad se esgrime bajo el supuesto de que el hecho de que un individuo sienta atracción sexual por otro de su mismo sexo no puede ser generado más que por un funcionamiento inadecuado del sistema endocrinológico, una enfermedad que "le hace ser así". Como si de alguna manera la atracción tuviese una función biológica y los millones de años de evolución hubiesen moldeado la genética de forma que responda a los intereses de perpetuación de la especie. Lo cierto es que la idea del instinto como producto de la naturaleza, no es absoluto. Y fueron los conductistas los que demostraron que el asunto de los instintos no es tan sencillo, desde que Lorenz engañó a los gansitos. Que muchas de estas fuerzas sicológicas son producto de nuestros condicionamientos (enseñanzas o repetición de modelos) individuales, sociales y culturales en un cromatismo harto variado. Digresión: es notable cuánto de esto es reconocido implícitamente por los conservadores, que niegan lo que dan en llamar ideología de género pero no admiten que los homosexuales puedan criar hijos por temor a "influenciarles" y "contagiarles" su homosexualidad.

Cuanto más sabemos de cómo funciona el mundo, la realidad, la materia, más estamos conscientes de que los parámetros de "perfección", "norma", "eficacia" y "funcionalidad" están lejos de existir. Que son construcciones humanas, abstracciones que no son más que interpretaciones de cómo funciona el mundo, cuando la realidad es independiente de cómo la interpretemos, más allá de que a veces coincidan. 

Jugar ajedrez "al natural"
Lo cierto es que el complejo entramado de interacciones e interreacciones bioquímicas generan resultados sorprendentes, antiintuitivos, inesperados, y hasta contradictorios. Como que el hecho de que el gen que aumenta la fertilidad de las mujeres, si está presente en los hombres puede aumentar la probabilidad de que tengan tendencias homosexuales. ¿Podemos decir que es anormal la presencia de esta molécula aunque tenga función biológica? ¿Podemos siquiera pensar que el ADN humano está "limpio" de partida habiendo tantos agentes que lo alteraron desde el albor de los tiempos (virus por ejemplo)? ¿podemos siquiera pensar que la estructura del humano actual es una estructura terminada? Ni hablar, se trata de una instantánea que cambió y cambiará en la medida que las naturales mutaciones seleccionadas por presión biológica le genere cambios evolutivos. 

Está claro que en la edad moderna, la especie humana puede considerarse ampliamente exitosa en términos de preservación. ¿No es esperable que al no existir el peligro de extinción o desaparición cambien sus comportamientos reproductivos? Desde esta perspectiva la idea de lo "correcto" e "incorrecto" en cuanto al sexo pierde toda sustancia. 

Y es notable cuánto se cae en inconsistencia al pretender defender un sistema que se supone "integral", que "dignifica y valora a las personas" y terminan valorándolas exclusiva y tajantemente de acuerdo a con quién cogen, despojándolas de cualquier otro atributo, definiéndolas como "desviadas".

La naturalidad de las luces de neón, los cristales
y las estructuras de acero.
Volviendo al asunto de las funciones, si suponemos que dos personas de sentir afecto son capaces de sentir afecto y cariño uno por el otro (como sucede entre amigos y parientes), y aparte, dos personas pueden ser capaces de otorgarse placer ¿es tan difícil imaginar compaginar ambas funciones y no concebir que puedan ser ejercidas entre personas del mismo sexo de manera normal y natural? Eso sin dejar de acotar que el hecho de que dos personas del mismo sexo decidan cohabitar no significa PARA NADA que no puedan aceptar la reproducción, promoverla o conseguirla. En última instancia, la gente que tiene miedo del caso extremo de que TODA la humanidad se vuelva homosexual debería respirar aliviada ya que aunque así fuera, eso no significa que se acabará la reproducción humana por cualquier medio, que vamos, hasta los homosexuales pueden tener sexo heterosexual si deciden ponerse en modo reproductivo, sin problema alguno. Se dice que los griegos admitían la homosexualidad (aunque aparentemente no tan libremente como se suele creer) siempre que en algún momento de sus vidas, todos se unieran con mujer y le dieran un hijo al Estado.

Dicho esto, más allá de que estoy en desacuerdo con la idea del Estado entrometiéndose en la vida sexual de los individuos, lo que está claro es que la figura del matrimonio clásico, defendido por los conservadores, no representa tanto la idea de la preservación de la vida, de la especie y de la familia, sino de unos valores específicos, de una idea tradicional, de una costumbre, de una idiosincracia, de un color de cristal que igual va variando de matices, más que de una idea funcionalmente eficaz o beneficiosa para la humanidad.


Flotante