sábado, 13 de diciembre de 2014

De los fines del sexo

"Con la moral corregimos los errores de nuestros instintos,
y con el amor los errores de nuestra moral."

José Ortega y Gasset


Para buena parte de la comunidad secular, el asunto está zanjado. Sin embargo, hasta pudiendo ser sorprendente que en algún círculo cristiano exista un debate sobre la función del sexo, es posible encontrarse con la opinión de que, a más del reproductivo, también es posible practicar sexo con el fin de obtener placer, acotado al matrimonio entre enamorados como es esperable en estos casos. La Iglesia Católica lo reconoce

Pero el asunto es ese, que está claro que el sexo en todo el mundo suele practicarse sin la idea de buscar descendencia. De hecho cuando estamos enamorados de alguien, queremos tener sexo con esa persona, no necesariamente hijos, sino sexo, coger. Porque estrechamos el vínculo y la intimidad, y da gusto coger por amor, esta es la función relacional del sexo. 


Pero además resulta que da gusto coger, así a secas. No necesitamos demostrar con teoremas que el estímulo de los genitales producen sensaciones placenteras. Estamos prestos a buscarlas de todo tipo. Las buscamos, esperamos ese torrente de endorfinas que obtenemos gracias a todo un mar de actividades y sustancias. Es decir, volviendo al sexo por placer, podemos practicarlo por el mero gusto del sexo, sin buscar vínculo afectivo, sin intentar llevarlo a algo más profundo, más espiritual, ni cambiar pañales nueve meses después. Y ni siquiera es necesario, a veces, repetirlo con la misma persona. Es la función recreativa del sexo. 

Dicho esto, sin entrar a emitir juicios de valor sobre la ética o la moral personal, lo cierto es que en el mundo social se dan estas tres razones por las que tener sexo. Restringir a lo reproductivo el asunto sexual es la piedra angular, la base de asiento de todo un cuerpo de juicios y prejuicios negativos sobre la sexualidad humana. Porque es en base a acotar al sexo a lo reproductivo que se construye la idea de la desnaturalización del sexo si no tiene fines reproductivos, o si no es heterosexual y cisgénero. Tampoco tiene sentido defenderlo desde lo biológico, ya que la especie humana tiene la particularidad de no tener períodos o temporadas de apareamiento (celo), coge cuando quiere. La propia biología se encargó de dotar a la humanidad de libido casi permanente, esté o no esté la mujer ovulando.

Y hasta es notable cuán ad hoc es el argumento de la naturalidad (aquí le dan con un palo), tan ninguneada en TODO otro ámbito, pero sus cultores la pretenden aplicar tan férreamente al campo sexual. Porque ¿quién en su sano juicio diría que no tomará pastillas sintéticas para curarse o se extirpará un tumor porque son "procedimientos antinaturales"? Y es que además, lo "natural" es un término que ni siquiera está claro qué significa. Podríamos entrever que tres acepciones posibles son a) lo que existe en la naturaleza, b) lo que es normal, o está extendido en uso o práctica, c) lo que responde a una función o a un fin. 

Y acá hago un paréntesis e incluyo un prejuicio mío (y permítaseme el exabrupto): que sospecho que en el fondo, quien sostenga alguno de los tres criterios, o no profundizó su razonamiento o busca dotarle de legitimidad, de objetividad a sus prejuicios, a sus gustos personales, a sus preferencias, por no decir a su intolerancia, estrechez mental y su estirpe de dictador. 

Primero que "lo que existe en la naturaleza" podríamos volver a descomponerlo en dos: a) la naturaleza en el sentido de lo salvaje, lo inhóspito, el imperio de los instintos y la biología; b) lo que sucede en la realidad. Asumo que el lector está bastante informado en cuanto a que ambas están ampliamente superadas: en la naturaleza llueven ejemplos de comportamientos homosexuales, así como en la realidad social humana.

En segundo lugar, vuelvo a apelar al lector informado sobre la transitoriedad y la relatividad geográfica de lo normal, lo normal es el cambio. Una tradición no es 100% inmune al cambio ya que sufrirá variaciones, restas y sincretismos al pasar el tiempo, hasta convertirse en algo completamente distinto de lo que fue en sus primeros tiempos. 

El argumento de la funcionalidad se apoya en el principio antrópico para crear un engendro estéril. El ano no es una parte del cuerpo que esté "preparado" para recibir la invasión de una verga, más allá de que tal vez al que así crea le venga bien informarse un poco, el mundo está recargado mil por ciento de ejemplos de objetos que tenían un fin específico y terminaron siendo otra cosa. Y es que yo pregunto si el cuerpo está preparado para recibir ropas o ponerse zapatos, corséts, corbatas. De hecho, una vagina no está preparada tampoco para ser penetrada a menos que se le logre la correspondiente lubricación. Pero yendo al punto que se objeta, ¿la boca acaso está preparada para recibir un pene?

[...y pienso en la paja rusa...]

¿Pensarán que el squirting no es realmente necesario? ¿El orgasmo femenino? O se trata
de un caso más de disonancia cognitiva. Lo cierto es que las cosas tienen la función que se les da, no tienen una función objetiva, trascendental y predestinada. Es contingencial. El cepillo de dientes puede usarse para ponerle betún a los zapatos y los pepinos para nutrir el cutis. 

El último eslabón, el último hueco, en última instancia, el argumento de la naturalidad se esgrime bajo el supuesto de que el hecho de que un individuo sienta atracción sexual por otro de su mismo sexo no puede ser generado más que por un funcionamiento inadecuado del sistema endocrinológico, una enfermedad que "le hace ser así". Como si de alguna manera la atracción tuviese una función biológica y los millones de años de evolución hubiesen moldeado la genética de forma que responda a los intereses de perpetuación de la especie. Lo cierto es que la idea del instinto como producto de la naturaleza, no es absoluto. Y fueron los conductistas los que demostraron que el asunto de los instintos no es tan sencillo, desde que Lorenz engañó a los gansitos. Que muchas de estas fuerzas sicológicas son producto de nuestros condicionamientos (enseñanzas o repetición de modelos) individuales, sociales y culturales en un cromatismo harto variado. Digresión: es notable cuánto de esto es reconocido implícitamente por los conservadores, que niegan lo que dan en llamar ideología de género pero no admiten que los homosexuales puedan criar hijos por temor a "influenciarles" y "contagiarles" su homosexualidad.

Cuanto más sabemos de cómo funciona el mundo, la realidad, la materia, más estamos conscientes de que los parámetros de "perfección", "norma", "eficacia" y "funcionalidad" están lejos de existir. Que son construcciones humanas, abstracciones que no son más que interpretaciones de cómo funciona el mundo, cuando la realidad es independiente de cómo la interpretemos, más allá de que a veces coincidan. 

Jugar ajedrez "al natural"
Lo cierto es que el complejo entramado de interacciones e interreacciones bioquímicas generan resultados sorprendentes, antiintuitivos, inesperados, y hasta contradictorios. Como que el hecho de que el gen que aumenta la fertilidad de las mujeres, si está presente en los hombres puede aumentar la probabilidad de que tengan tendencias homosexuales. ¿Podemos decir que es anormal la presencia de esta molécula aunque tenga función biológica? ¿Podemos siquiera pensar que el ADN humano está "limpio" de partida habiendo tantos agentes que lo alteraron desde el albor de los tiempos (virus por ejemplo)? ¿podemos siquiera pensar que la estructura del humano actual es una estructura terminada? Ni hablar, se trata de una instantánea que cambió y cambiará en la medida que las naturales mutaciones seleccionadas por presión biológica le genere cambios evolutivos. 

Está claro que en la edad moderna, la especie humana puede considerarse ampliamente exitosa en términos de preservación. ¿No es esperable que al no existir el peligro de extinción o desaparición cambien sus comportamientos reproductivos? Desde esta perspectiva la idea de lo "correcto" e "incorrecto" en cuanto al sexo pierde toda sustancia. 

Y es notable cuánto se cae en inconsistencia al pretender defender un sistema que se supone "integral", que "dignifica y valora a las personas" y terminan valorándolas exclusiva y tajantemente de acuerdo a con quién cogen, despojándolas de cualquier otro atributo, definiéndolas como "desviadas".

La naturalidad de las luces de neón, los cristales
y las estructuras de acero.
Volviendo al asunto de las funciones, si suponemos que dos personas de sentir afecto son capaces de sentir afecto y cariño uno por el otro (como sucede entre amigos y parientes), y aparte, dos personas pueden ser capaces de otorgarse placer ¿es tan difícil imaginar compaginar ambas funciones y no concebir que puedan ser ejercidas entre personas del mismo sexo de manera normal y natural? Eso sin dejar de acotar que el hecho de que dos personas del mismo sexo decidan cohabitar no significa PARA NADA que no puedan aceptar la reproducción, promoverla o conseguirla. En última instancia, la gente que tiene miedo del caso extremo de que TODA la humanidad se vuelva homosexual debería respirar aliviada ya que aunque así fuera, eso no significa que se acabará la reproducción humana por cualquier medio, que vamos, hasta los homosexuales pueden tener sexo heterosexual si deciden ponerse en modo reproductivo, sin problema alguno. Se dice que los griegos admitían la homosexualidad (aunque aparentemente no tan libremente como se suele creer) siempre que en algún momento de sus vidas, todos se unieran con mujer y le dieran un hijo al Estado.

Dicho esto, más allá de que estoy en desacuerdo con la idea del Estado entrometiéndose en la vida sexual de los individuos, lo que está claro es que la figura del matrimonio clásico, defendido por los conservadores, no representa tanto la idea de la preservación de la vida, de la especie y de la familia, sino de unos valores específicos, de una idea tradicional, de una costumbre, de una idiosincracia, de un color de cristal que igual va variando de matices, más que de una idea funcionalmente eficaz o beneficiosa para la humanidad.


viernes, 21 de noviembre de 2014

Bouquet de falos: Citas digitales y fotos de penes.

¿Eres virgen o puta?

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que un hombre me trajo flores. Mas si fueses la desafortunada (o afortunada, según se lo vea) persona que mire las fotos en mi teléfono, verás que tengo un bouquet de penes. De todos los colores, formas y tamaños. Vistos desde cada ángulo posible. Duros y blandos. Vestidos en boxers Tommy Hilfiger, Speedos Dolce & Gabanna, penes escondidos en vello púbico estilo jungla amazónica y desnudos completamente, encerados hasta la perfección como carros fulgurantes expectantes de ser montados. En éste (¿desafiante?) nuevo mundo de las citas digitales los hombres se saltan el cortejo. Las chicas deseadas son obsequiadas con fotos de penes, una y otra vez. De hecho, no he hablado o salido con algún hombre al cual no haya primero visto desnudo en mi teléfono, y esas fotos suelen llegar bastante temprano en la conversación.

- “¿Te gustan los fuegos artificiales, los cohetes?” Un hombre me texteaba hace poco mientras hablaba con mi compañera de habitación.

- “Cuenta regresiva para la foto del pene”, dije a mi compañera, después de entender lo que el mensaje implicaba.

- “Son geniales, creo” , contesté.

- “¿Grandes o pequeños?”, texteó.

- “Uhmm, ¿lucecitas de bengala?”, dije.

- “Jajaja, ¿qué?

- “Ah, espera, ¡los grandes!

- “Bueno, una imagen vale más que mil palabras”, escribió. Y así, su pene apareció en mi mano.

He hablado con muchos hombres y mujeres acerca de éste fenómeno, que me intriga. Mientras que las mujeres tratan desesperadamente de librarse de la objetificación, los hombres se objetifican de buena gana con poco discernimiento, desesperados por ser halagados por sus atributos físicos, sin que les importe mucho ser vistos como seres humanos o vehículos para el sexo. De hecho, ser una bestia sexual es probablemente el logro más laudable.

Sin embargo, la mayor parte de las mujeres con las que hablo expresan su disgusto con el fotopene. Hasta mis amigas más sexualmente abiertas sienten pena ajena de que se les aparezca uno en sus teléfonos (o peor aún, ¡un video!). Una amiga me preguntaba cómo podía yo interactuar con esos hombres, cómo el sexting no me hacía sentir fácil o insegura, cómo ni pestañeaba ante el pene de cualquier hombre que conociese.

La verdad sea dicha : Me gustan los fotopenes. ¿Eso me hace una cualquiera?

Cada vez que le digo a una amiga acerca de un hombre con el que hablo y menciono el fotopene, su reacción es siempre la misma. *Asqueroso*. Inclusive si es un pene sexy. *Ugh, digo, tiene un pene bonito, pero ugh*. Ellas dicen que los penes son feos y raros, y que no se sienten excitadas por un hombre que se los ostente en sus caras.

A las chicas se la cría desde la adolescencia para que sientan repulsión de los penes. Los clítoris y los penes son las únicas partes corporales censuradas hoy en día por las películas y la televisión predominantes. Por ésta razón, ambas partes son tomadas por vergonzosas. Interiorizamos la idea de que no se supone que deban ser vistas porque son feas y capaces de cosas malas y sucias. Así como las mujeres lamentan al pene por su extrañeza, también reprenden a sus propias vaginas, se niegan a verlas en el espejo, menos tomarles una foto y mandársela a algún amante. Es más, se nos enseña a arreglarlas al extremo: afeitadas, ceras, limpiezas, duchas, aerosoles perfumados, tampones perfumados, etc. Todo eso nos dice que los genitales son simplemente malos.

Entonces nos criamos con la idea de que “los hombres son criaturas visuales y las mujeres criaturas emocionales”. Las mujeres blanden ésta frase todo el tiempo para explicar las infidelidades, el porno, el sexting y el cibersexo. Aunque las reacciones de las mujeres a mi alrededor hacen que eso parezca ser cierto, no puedo encontrar alguna verdad personal ahí. Pienso que nos crían para ignorar nuestros instintos visuales y que a los hombres se les anima a ignorar sus instintos emocionales.

Las mujeres no han sido siempre consideradas el género más pudoroso. De hecho, el libro de Naomi Wolf, Promiscuidades, toca éste pedacito de historia extrañamente olvidado:


No sabíamos que esa creencia prevaleciente, esa que dice que el género masculino es el que está impulsado por el deseo, es una invención bastante reciente. En la mayor parte de la historia registrada, el estatus de la mujer como el sexo más carnal estaba bastante sobreentendido, tanto que la carnalidad presunta de la mujer era usada para justificar la persecución. La biblia del cazador de brujas establecía que 'Toda brujería proviene del deseo carnal, el cual en la mujer es insaciable'. Solamente en el siglo diecinueve hubo en Europa y Norteamérica lo que puede ser llamado el Gran Olvido de lo cual fuese lugar común en otros tiempos y culturas. Nuestra propia creencia predominante, que los muchachos y los hombres están más impulsados por el deseo de lo que son sus mayormente pasivas sexualmente contrapartes femeninas, podría haber puesto ojos en blanco de mucha gente de culturas tradicionales taoístas, islámicas, hindúes, americanas nativas y occidentales de no hace mucho tiempo.” (Wolf cap. xxii)


Y todavía, incluso mientras estoy sentada escribiendo éste artículo, pienso ¿La gente me juzgará por ésto? ¿La gente supondrá que soy solo una mujerzuela inmoral teniendo sexo desenfrenado sin pensar en las consecuencias ni considerar las emociones implicadas? ¿Puede que encontrar éste artículo en Google me inhiba de conseguir un puesto a tiempo completo de profesora? ¿Leerá ésto una potencial pareja y pensará que le doy asco? Aunque valoro la honestidad, el castigo dirigido a una mujer sexual nos inhibe a todas. Nos impide hacer cosas que van desde denunciar una violación, reportar a un supervisor por acoso sexual, postularse a cargos políticos o disputar la custodia de los hijos.

Wolf afirma: “Con la línea trazada entre una chica buena y una mala siempre fluctuando, manteniéndonos inestables, no será seguro para nosotras vivir cómodamente en nuestros pellejos hasta que digamos: no pueden más diferenciarnos, somos todas malas”.

Debemos admitirlo y escribirlo tantas veces hasta que el tabú deje de tener influencia sobre nosotras. Por eso lo digo: me gustan los fotopenes, y las fotos de abdominales, y el sexting, y los videos. De hecho, acabo de recibir un video de un chico, y le hice algunas preguntas para mi artículo. Disfruté tanto de sus respuestas como del video.

Sin embargo, tengo algunas reglas, sin las cuales las citas online, como Tinder, no serían placenteras para mí.

1) El hombre con el que empiece a entablar virtualmente debe primero tratarme como a un ser humano. No me puede considerar como si yo fuese su muñeca mamadora de carne y hueso. Si un hombre empezara la conversación con algo como “¿Tetas y mamadas?” (como suelen hacer muchísimos de ellos) lo bloquearía. O le reclamaría y lo bloquearía. Si empezase la conversación con mi trabajo o de dónde soy o qué hobbies me gustan y pudiese él llevar esa conversación por un período razonable de tiempo, entonces obtendrá mi número de teléfono porque parece haberse dado cuenta que las mujeres somos seres humanos.

2) Él debe entender que el sexo implica un dar y recibir en partes iguales, y mostrar un poco de respeto por la sexualidad femenina. Lo que quiero decir con eso es que quiero que me muestre que no es egoísta, que se da cuenta que soy tan sexual y competente para dar y recibir placer como él. Las preguntas más frecuentes que me hacen en el mundo virtual son 1) ¿Te puedo filmar? 2) ¿Practicas sexo anal? 3) ¿Puedo venirme en tu cara?

Ok, no hay nada implícitamente malo con ninguna de esas cosas, y puedo hasta estar deseosa de hacerlas si/cuando me sintiese cómoda con un chico. Pero si eso es TODO lo que van a decir sobre el sexo, entonces me hacen sentir como si no se diesen cuenta que el clítoris de una mujer no está en el fondo de su garganta. Tal vez muchas mujeres estén de acuerdo con éste tipo de charla sexual porque vivimos en un ambiente postmoderno que es más egoísta que nunca, el amor y las relaciones son menos frecuentes. De ésta manera que las mujeres se desesperan y el porno es el único modelo, de hombres y mujeres, para complacer al hombre, el cual muy raramente se concentra en el placer femenino. Pero por tanto que dejemos que esa sea nuestra guía por la galaxia del sexo no tendremos iguales derechos en cuanto a satisfacernos. Por eso quiero a un hombre con el que romper la obsesión porno y con el que hablar un poquito sobre qué es lo que va a hacerme tanto como lo que yo puedo hacerle.

3) Un hombre obtiene más puntos por su personalidad y sentido del humor. Mientras más de eso muestre, más fotos de mí, desnuda, tendrá. Todo el asunto de las citas digitales es absurdo, estamos lujuriosos ante las pantallas de nuestros teléfonos, por el amor de Dios, tomémoslo con alegría.

4) Mi amante potencial necesita tener rasgos admirables aparte de los físicos, incluso si son sólo para el sexo. Así soy yo. Me enciendo más con eso, necesito conocerlos más y admirarlos más que por el tamaño de sus penes.

5) Deben ser respetuosos conmigo y discretos, y yo lo seré también.

Sin embargo, no me gusta ponerles reglas a las mujeres o decirles qué es lo que está bien o mal con sus cuerpos, porque realmente creo que la mujer tener libertad de hacer lo que le plazca. Esto es lo que funciona para mí al navegar el mundo online. Así es como hallo placer, e incluso liberación, de los fotopenes y de encuentros casuales en línea. Puedo ver a esos hombres como personas, puedo sentirme relativamente cómoda del hecho de que me vean como persona, y también puedo meterme en un reino de fantasías rico e ilimitado que descubre los secretos sexuales, los fetiches y deseos de un extraño.

¿Pero es superficial coquetear con fotos? ¿No debe lo interior importar más? Bueno, sí, por supuesto. Pero el atractivo es, indudablemente, una forma con la que negociamos poder en una relación; me parece de alguna manera fútil tratar de negarlo.

Entonces, sí, me gustan los fotopenes y no soy una puta. ¿Pero qué es lo que piensan de mí los hombres con los que me relaciono?

Hace algunas noches, encontré a un ex-marine en Tinder. Estaba muy bien y pasó todos mis tests. Por lo tanto, sólo me tomó un par de días de charla con él y pocas fotos de desnudos para acceder a encontrarme con él. Y sólo me tomó una mirada en persona y una pizca de su bello acento de Boston para saber que iba a acostarme con él inmediatamente.

Cuando me llevó a mi casa preguntó cuándo fue la última vez que tuve sexo.

- “Hace dos semanas”, dije sinceramente.

- “¿Qué?”, parecía incrédulo, molesto.

- “Oh, ¿Qué fue lo que preguntaste? Estoy borracha”, eché atrás rápidamente. “Oh, han sido meses”, eso le pareció más satisfactorio.

- “¿Con quién?

- “No sé, un tipo con el que salí una vez”, parecía importante que fuese en alguna relación con compromiso.

Entonces, el asunto estaba cercano a concretarse, y estaba bien consciente de que mi pareja estaba bien dotada (los fotopenes me prepararon) “Necesitas un Magnum (condón extra grande)?” pregunté.

- “No, tengo algunos”, dijo. “Espera, ¿Tú tienes Magnums también? ¿Por qué? ¿Te estabas acostando con alguien que no calzaba en condones normales?

- “Estoy lista para cualquier tipo de hombre”, dije.

- “No me gusta eso”, dijo.

- “La verdad es que sabía que debía comprar Magnums por tus fotopenes, mi amor”, dije haciendo raudo control de riesgos por mi honestidad.

Me dejó perpleja. Nos estábamos comportando igual. Había conocido a éste hombre en persona por un total de dos cocteles y tres días de texteo. Parecía que él requería alguna clase de aspecto virginal en mí que no se esperaba para él. Por lo que sabía, pudiese ser que él estuviese en citas por Tinder a diario, pero eso no importa, se trataba de una decisión entre dos adultos, simplemente.

Tuvimos sexo, y fue lo que esperaba, gracias al calentamiento y a la comunicación de las citas digitales, en la cual puedes describir tus fantasías de antemano.

Luego él empezó a hablar de la guerra, de la gente que mató, los niños muertos y los civiles, de la despedida de sus padres cuando él era solo un niño. Empezó a restregarse los ojos y me di cuenta que lloraba. No dije nada, puse mi mano en su espalda, lo acaricié y lo miré a los ojos. Pensé "nunca veré a éste hombre de nuevo, él necesitaba decirle ésto a alguien” (es decir, los hombres no son solo criaturas visuales, también tienen emociones.)

He admirado toda mi vida a mujeres como Madonna y Marilyn Monroe, mujeres con un círculo de hombres revoloteándo a su alrededor por su carisma y poder. Como Sylvia Plath dijo en La campana de cristal, yo añoraba una lista de amantes con nombres exóticos “como Constantino”, tal como Plath escribió. Pero también añoraba conocerlos un poquito, escuchar historias de otras gentes. No fue mi puta interna la que quiso tener sexo con ese marine, fue la humana en mí. Así como fue la humana en mí la que quiso también escucharlo, aún sabiendo que nunca volveríamos a hablar.

Puedo tener sexo casual, también soy capaz de tener empatía, fidelidad, amor y lealtad. Contengo multitudes.

Mientras escribo esto, otro hombre me envía un video de él masturbándose, y le pregunto ¿Piensas que soy una puta porque me muestro sexualmente abierta contigo? Puedes ser honesto. Lo que respondas no importará o cambiará algo entre nosotros. ¿Pueden los hombres enamorarse de mujeres que tienen sexo a la primera salida y que mandan fotos de sí mismas desnudas?

Él escribió: “Los hombres que han madurado pueden, pero no les pedimos a los hombres que sean tan maduros, y las mujeres pueden realmente importarles mucho el cómo sean etiquetadas. Si no vas a herir a nadie entonces ser sexualmente abierto y sin ataduras es ser honesto y libre. No está nada mal para una mujer ser así.

Existen esos hombres que no prejuzgan. Después de todo, tenemos esperanza.

Puede que los hombres no estén entrenados, socialmente, para amar. Bell Hooks, en su libro All about love, discute sobre las dificultades de la igualdad de género en un ambiente que impulsa con ahínco a los hombres a no ser amorosos paralelamente a una sociedad que se vuelve cada vez más narcisista y egoísta. Este mundo de selfies, redes sociales, porno, divorcios, encuentros ocasionales y citas digitales, puede ser muy desalentador para encontrar conexiones humanas genuinas. Si estás buscando el amor en Tinder, es más probable que halles el santo grial antes. ¿Cambiará alguna ves ésta brecha entre géneros? De acuerdo a Hooks, no sin que antes hayan cambios mayores en las actitudes hacia hombres, mujeres, el amor y el sexo, en general. La respuesta que obtuve del hombre que me texteó ésta noche me muestra que pueden haber progresos en el horizonte, pero tenemos que seguir hablando de ello.

Y aunque me considero a mí misma como sexualmente liberada, ciertamente soy susceptible ante mis propias dudas y miedos. La otra noche salí con un hombre al cual había estado hablando online. Me hablaba con el más profundo respeto y parecía realmente interesado en mi vida. Nos encontramos para beber algo y era tan amable y adorable en persona. Nos frikeamos sobre nuestra mutua admiración a Stephen Hawking.

Y me sentí como una mujer con una resplandeciente letra A escarlata en mi pecho.

Pensé: Éste hombre es muy bueno para mí, muy inteligente para mí. Necesita una virgen, no una puta. Él necesita una chica BUENA.

Al día siguiente, mi amiga (Hey, Moe Daniels, ¡te amo!) me preguntó por mi cita. “Oh, realmente me gustó”, dije, “Es material serio para citas, pero probablemente es muy decente para mí. Siento que tengo demasiado kilometraje para un tipo como él.

No, no” - dijo mi amiga - “¡Está bien que sea decente! ¡Mereces decente! Recuerda a Jessica Rabbit en ¿Quién engañó a Roger Rabbit? Jessica no quiso coger con el tipo rico o el tipo atractivo que le tiraba dinero en el club. Ella quería al pequeño Roger porque la hacía reír. Y ella no era mala, sólo que la dibujaron de esa manera.” 

Mi amiga encontró una forma de encontrar sabiduría en analogías al azar, pero es importante que todas nos recordemos que no somos mujeres malas, solamente estamos dibujadas así.




Traducción de Selenio.

miércoles, 15 de octubre de 2014

5 maneras en las que puede fallar el poliamor

Con el poliamor ganando más visibilidad y más aceptación, parece probable que cada vez más personas le den al poliamor una oportunidad. Los investigadores están empezando a descubrir que ni la monogamia ni la no-monogamia consensual tienen el monopolio sobre los resultados o beneficios positivos, pero esto no significa que cualquier opción sea fácil.

Creo que ya que muchas personas no han tenido el beneficio de la experiencia con el poliamor, viene bien colaborar compartiendo la sabiduría adquirida de los errores del pasado. Ciertamente he cometido muchos errores en mis propias exploraciones del poliamor. Supongo que va con el combo de ser un aventurero, pionero en estos reinos. Mientras que a muchas personas les gustaría creer que no van a cometer estos mismos errores, he visto que los terminaron repitiendo una y otra vez.

También estoy en la posición del médico que ve sólo pacientes enfermos. Pocas personas vienen a mí para consultas debido a que sus relaciones poliamorosas vayan bien - aunque hay una rara minoría que decide munirse de algún apoyo preventivo.

El blog de hoy es para el resto de ustedes - los que no están invirtiendo en la prevención, aunque lo harían si pudiera comprender el costo de embrollar su camino a través de todas las potenciales trampas.


Trampa # 1 Utilizar los mismos términos para referirse a cosas diferentes

El Diccionario Oxford define el poliamor como "(1) El hecho de tener una estrecha relación emocional simultáneas con dos o más individuos, vistos como una alternativa a la monogamia, esp. en lo que se refiere a cuestiones de fidelidad sexual, (2) la costumbre o la práctica de la participación en múltiples relaciones sexuales con el conocimiento y consentimiento de todos los socios implicados". Estas dos definiciones alternativas son en sí mismas una fuente de confusión para muchos. Jenna tenía la impresión de que el poliamor se refiere a las "estrechas relaciones emocionales simultáneas con dos o más que otros" y, cuando se involucró con Gary, se sintió intrigada por la perspectiva de explorar cómo era el asunto. Pero cuando Gary se describió como poliamoroso, tuvo la segunda definición en mente, y tenía la intención de participar en varias relaciones sexuales sin importar el grado de cercanía emocional. Tampoco era consciente de que ambos tenían expectativas muy diferentes acerca de su relación, ambos quedaron sorprendidos y consternados al descubrir que estaban operando de acuerdo a diferentes reglas de juego. El resentimiento hacia el otro por tener una agenda diferente se apresuró en socavar su incipiente romance.

Teniendo en cuenta cómo algunas personas corren el riesgo de no tener una conversación en absoluto con un posible compañero sobre sus intenciones alrededor de la exclusividad sexual, no es sorprendente que Jenna y Gary no reconocieran que tenían diferentes expectativas sobre el poliamor. Se dirigían en la dirección correcta, pero sin una orientación, que no acababa de llegar a donde querían ir.


Trampa # 2 Asumir más relaciones de las que puede puede satisfacer en cuanto a tiempo y energía

En los primeros días del poliamor, el grupo de compañeros disponibles y capaces de abrazar la no monogamia consensual no era tan grande como lo es ahora. Sin citas por Internet ni sitios de ligue y con tantas personas poliamor comprometidas a permanecer en el closet, pocos se sentían preocupados por abarcar demasiado. Sin embargo, como una primeriza, decidí que quería saber cuánto era "demasiado" y la vida casi de inmediato respondió trayéndome una avalancha de compañeros.

Algunos habían sido amigos durante años y de repente decidieron que querían explorar el poliamor relacionándose conmigo. Algunas eran personas que recientemente se habían cruzado en mi camino, y uno era un hombre que había estado interesado durante meses, pero no estaba disponible porque había tomado un voto de celibato. A las dos semanas me encontré con la perspectiva de diez nuevos afectos, además de mis dos parejas estables. No quería negarme a ninguna de estas posibilidades atractivas, pero pronto me di cuenta de que la sola idea de otra cita con alguien me era desagradable. Si hubiera ido más profundamente con todas estas personas a la vez, me hubiese encontrado a mí misma a buscando excusas desesperadas para distanciarme de la mayoría de ellos.


Trampa # 3 Acordar el poliamor y luego tener una relación "secreta"

Ellen y su esposo Doug habían estado felizmente casados por doce años, y aunque habían acordado desde el principio que su matrimonio sería abierto, no habían ido más allá de la etapa del lúdico coqueteo.

De pronto, inesperadamente, Ellen se encontró con el mundo dado vuelta por William, un amigo de la pareja, conocido de ambos por años. Ella había mantenido la profundidad de sus sentimientos por William sin que su marido lo sepa durante varios meses, pues no quería molestarlo y tenía miedo de que pudiera interferir en su nuevo estado de felicidad. Mientras tanto, William, sabiendo que tenían un matrimonio abierto, supuso que Doug estaba plenamente informado. Cuando Ellen finalmente confesó que ella estaba enamorada de William, Doug previsiblemente se sintió enojado y traicionado, temía que ella lo abandonara, y quiso volver a la monogamia. El hábito de guardar secretos puede volverse profundamente arraigado, incluso cuando las parejas acuerdan tener una relación abierta.


Trampa # 4 Hacer promesas que no se pueden mantener

Puede parecer obvio en retrospectiva, pero pocas personas anticipan que hacer un compromiso con una pareja que implica cooperar con otro compañero requiere obtener primero el acuerdo de todos los interesados. Por ejemplo, si Joe promete a Stephanie que va a asistir con ella a una reunión familiar en otro estado el próximo verano y tiene un acuerdo permanente con María de no salir de la ciudad con otra pareja si ella tuviese que trabajar horas extras y no puede llegar a tiempo para recoger a sus hijos de la guardería al terminar la jornada, Joe puede encontrarse en problemas si primero no solucionó esta excepción con María.


Trampa # 5 Tratar de efectuar una transición rápida y sin problemas al ser descubierto en un romance secreto e intentar crear una relación abierta

La vida moderna nos ha condicionado a la mayoría de nosotros a negociar ganancias a corto plazo a cambio de desafíos a largo plazo que creemos que nunca llegarán. Muchas personas optan por embarcarse en un romance secreto, ya que no quieren correr el riesgo del enojo de su pareja, el rechazo, o los celos por hablar abiertamente de su deseo de abrir la relación. Cuando se descubre el romance, se dan cuenta que ahora deben hacer frente a la curación de la traición que tiene más que ver con una ruptura en la confianza que un miedo a la pérdida, antes de considerar la opción de relación abierta.

Izzie tuvo un romance ilícito con Sally que pronto fue descubierto por su amante Amelia. Luego Izzie instó a Amelia a que, para superar sus celos, se embarcasen en la apertura de la relación. Amelia, como es lógico, era reticente. Izzie habría conseguido mejores resultados si hubiera reconocido su traición, demostrando que estaba asumiendo responsabilidad por ello, se hubiera disculpado con Amelia, y hubiera permitido que pase el tiempo para reconstruir la confianza antes de pedirle que trabaje con él en los celos que puedan surgir para los dos en una relación consensualmente abierta.

El poliamor, al igual que muchas formas de vida complejas y potencialmente gratificantes, implica una curva de aprendizaje. Estas cinco lecciones no son las únicas que pueden aparecer, pero si se pudiera evitarlas sin duda se tendrá una mejor oportunidad de éxito.


Por Deborah Anapol
Traducido del inglés, el original puede consultarse aquí.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Amor, una paradoja

Dígase lo que se diga, hay que romper completamente la idea que impregna el imaginario colectivo acerca de lo que es el amor. Los conservadores reivindican esa idea pintándola como lo que considera justo y bueno, y bello. La idea clásica de todo: las relaciones, el amor, lo social, el trabajo, la religión. Nadie más promotor del maquillaje que ellos. No les cabe en la cabeza que exista mucha gente (más de lo que piensan) no puede ser encasillada en esos cánones, no ven que en esas sociedades "de antes", a grosso modo habían 3 grupos de personas: los marginales, que rechazaban abiertamente esas imposiciones culturales-legales; los convencidos, que suscribía esas ideas como un ejercicio intelectual activo, y la masa borrega, que cumplía esos prácticas valorándolas como atemporales y objetivas, aceptación pasiva sin mayor criterio que aceptarlo porque siempre fue así. 

Y permitame el lector tomarme la licencia (recurso de salvataje para aquellas movidas que reconocemos equivocadas o poco razonables) de afirmar que los primeros y segundos son siempre los menos... la inmensa masa se aferra y "adopta" la normalidad sin mayores problemas. Es decir, cuando los conservadores reivindican una época no se toman el cuidado de discernir que una cultura integral no es sólo aquello estética o "costumbrísticamente" bueno, sino toda la basura que siempre hay y que se esconde debajo de la alfombra. La pobreza que no se ve. La hipocresía rampante y ambulante que heredamos de una moral de facto que desprecia todo lo humano.

El amor no está exento, y aún aquellas personas liberales y modernas, hoy día son seducidas por ideas más románticas e idealizadas que realistas del amor.

El amor se pinta como tamaño único, como un paquete revestido de absoluto y objetivo, una entidad en sí misma, casi un objeto tangible y observable. Lo cierto es que es un concepto, como la justicia, abstracciones sujetas a interpretación.

El amor se pinta como incondicional. Absurdo por donde se mire, primero porque quienes creen que el amor es incondicional, en realidad sí condicionan al amor, segundo porque un amor incondicional admite la violencia. ¿Es en serio que lo mejor es el amor incondicional? ¿Sigue siendo incondicional si condicionamos a nuestras parejas a la fidelidad, a la violencia física y sicológica? Está claro que de lo que se trata no es de rescatar la condicionalidad, sino de rechazar la violencia validando que la condicionalidad del amor es un mito que a nadie engaña, salvo a algún iluso.

Y el asunto no es tanto que existan problemas y situaciones reales que no se condicen con nuestras maquinaciones acerca de "cómo deben ser" las cosas, sino el hecho de no ser honestos con uno mismo y reconocer que el sistema tiene falencias. Ni si quiera es necesario hacer algo, a veces, casi siempre, no aceptamos las cosas, o al menos no queremos hacerlo, aunque en nuestro interior suframos. Hacemos "como que" 

¿Por qué sentimos celos? Poca gente se pregunta y busca indagar una conclusión real, razonable y honesta. La primera tanda de municiones suele ir en contra de los potenciales adversarios, rivales. Adjetivos, predicados, frases, exclamaciones. ¿Pero por qué? 


- ¿Crees que esa otra persona es un peligro de alguna manera para vos? 
- Sí, me quiere robarte.
- ¿Robarme? ¿Eres mi dueñ@? 
- No, o sea...
- ¿y si yo no quiero abandonarte aún teniendo "algo" con esa persona? ¿cómo puedes asumir que "me robará" si no dejarás de tenerme?
- Es que se supone que yo debo ser tu todo... no entiendo cómo estando conmigo sigues queriendo estar con otras personas.
- ¿Estás proponiendo que tu estado ideal de amor sea vos y yo encerrados de por vida en una mazmorra sin contacto alguno con el exterior? ¿en serio esperas ser mejor que TODO EL MUNDO que conozco EN TODOS LOS ÁMBITOS? 
- ...


Quisiera decir que quien piensa que debería ser la única persona que le satisface al otro es soberbia, sin embargo, en general no creo que lo sean, sino que sencillamente no sinceran que el ámbito específico al que refieren es al sexo y al afecto amoroso, sentimental.


- ¿Creés que solamente debo hablar contigo, pasar 24/7 del tiempo contigo y no sentir ningún tipo de necesidad? ¿que eres lo mejor en todo? No tiene sentido.
- No, no es eso tampoco. Claro que puedes hablar y relacionarte con otras personas...
- ¿y tener sexo?
- No
- ¿por qué?
- Porque siento que lo nuestro es especial y si hay otras personas se romperá todo eso bello que compartimos...
- ¿Dejaremos de tocarnos y besarnos de la misma forma porque hay otras personas en mi vida? De la misma forma que una charla, una comida, una salida, puede ser especial contigo, sin dejar de poder tener charlas/comidas/salidas con otras personas, el sexo contigo no tiene por qué dejar de ser especial si tengo sexo con otras personas. Es más, puedo tener tres o cuatro personas con las que tener charlas significativas o especiales y aún así tener más charlas significativas o especiales con otras personas Y contigo...


Esta charla dirigida y tendenciosa tuve en mi cabeza imaginariamente, utilizando argumentos y expresiones reales de personas detractoras de la libertad plena usando mis respuestas que con mayor o menor éxito desde el punto de vista argumentativo fui elucubrando.

Y todo esto me hizo llegar a la conclusión de que lo que realmente hacemos normalmente al elegir pareja es sexualizarla, objetivizarla, reducirla a un objeto sexual, las personas más conservadoras y familieras lo hacen sin el menor tapujo. El peor de los sexismos. Nada de esas ridiculeces románticursis del discurso del "me haces sentir plen@", "me gusta tu carácter afable", "tienes sentido del humor", "eres lind@", "sabes mucho", etc.

No. Aquí va la última, verdadera y dudosamente definitiva razón por la que la inmensa mayoría de las parejas monógamas están juntas: porque se perciben fieles subjetivamente uno al otro.

¿Sos buen padre/madre? ¿Trabajador/a? ¿Buen vecino? ¿sabes plomería/planchar /bailar/arreglar? ¿besas bien? ¿sabes escuchar? ¿la chupas como los dioses? ¿Te sale excelente el cunnilingus? Lo siento, todos esos atributos se van al mismo tacho de basura el día que tengas sexo con otra persona. Serás la peor basura del universo para tu pareja.

miércoles, 26 de febrero de 2014

¿La fórmula de la felicidad? Un matrimonio duradero y un amorío con mucho sexo.

En un extracto de su nuevo libro, la controversial socióloga dice que es tiempo de rehacer las reglas maritales, con una forma radical de repensar la fidelidad.

Por Catherine Hakim.


El escenario es un rincón tranquilo de un restaurant italiano de la ciudad; los actores son George, un especialista en Tecnologías de la Información, y Zoe, quien lleva un lindo vestido y una gran sonrisa. Beben una botella de buen vino, uno especial, mas cuando van por el café él se le encima y la besa en la boca. Ella lo sorprende con otro beso por respuesta. Para los transeúntes puede ser la clásica escena de apertura de un romance tradicional.

Sin embargo, los dos están respectivamente casados con otras personas, de las cuales no tienen intención de separarse. Ellos disfrutarán del botín, de los beneficios de una relación, desde llamadas telefónicas íntimas a compras navideñas y, por supuesto, sexo constante, pues ya ha sido acordado desde el principio. De hecho, ellas están en un playfair, un amorío del siglo XXI en el cual los posibles adúlteros se encuentran mediante sitios web de citas especializados, para disfrutar la excitación de una relación ilícita sin ninguno de los efectos desagradables de lo doméstico.

Junto a la revolución de las citas por Internet, esos playfairs son evidencia de un cambio dramático en los matrimonios británicos. Mientras los sitios de citas de Internet abren una vitrina virtual de posibilidades sexuales, mientras la esperanza de vida sigue aumentando y mientras nos volvemos cada vez mas conscientes en lo sexual, ¿Cómo podemos seguir dando por válidas las reglas viejas de la fidelidad que vuelven al matrimonio una prisión? ¿Por qué no podemos ser capaces de recapturar el embriagante entusiasmo de la juventud, mientras conservamos la seguridad de una vida casera?

Ha llegado el momento, junto a la tecnología, de reescribir las reglas del matrimonio del siglo XXI. Así como la píldora anticonceptiva abrió cauce al sexo premarital en los sesenta, Internet está permitiendo toda una nueva cultura de amoríos entre gente casada. El sexo se ha convertido en una de las principales diversiones de nuestros tiempos, accesible a todos, casados o no, ricos o pobres. Es tiempo de empezar a pulir nuestras habilidades de seducción y unirnos al juego.

Son las naciones mas puritanas, entre ellas Inglaterra y los Estados Unidos, las que han resistido tradicionalmente a la idea del adulterio. Aquí las parejas encaran los retos del cuidado de los niños, las presiones laborales, las crisis de los cuarenta y un descenso del sexo marital en medio de una situación general represiva de los complejos anglosajones sobre la infidelidad, vistos siempre en términos peyorativos como "engaño".

Y lo hacen a un costo. Las estadísticas confirman que las tasas de divorcio en Inglaterra y los Estados Unidos están entre las mas altas del mundo. Alrededor de la mitad de los matrimonios norteamericanos se divorcian, seguido de cerca por el tercio de los británicos, trastabillando por presiones reñidas con la realidad, camas maritales célibes y reacciones drásticas y desmedidas a las infidelidades.

Siempre me ha desconcertado el punto de vista inglés, amargo y rígido, sobre los amoríos. El amor marital por sí solo raramente provee por igual sentimientos exaltados, arrebatos de delicia y pena asociados al amor y al romance. Los amoríos tienen entusiasmo, el sentirse vivo, seducción, coqueteo, amor, afecto, éxtasis sexual, lujuria, sigilo, erotismo, fantasía, peligro, aventura, exploración y el rechazo determinante de envejecer de manera grácil.

Existe evidencia que mientras hayan actitudes mas permisivas dentro de un país dado, los matrimonios son de mayor duración. En Francia a un amorío se le llama aventura, una palabra libre de insinuaciones de traición. Se estima que una cuarta parte de los hombres y las mujeres allá están envueltos en amoríos en un momento dado. Ciertamente, lo común de los amoríos se denota en el concepto de le cinq à sept, el intervalo mágico de cinco a siete de la tarde cuando los hombres ven a sus amantes.

En Japón la tradición de las Geishas ha evolucionado en una sociedad moderna donde el sexo es visto como un placer para ser disfrutado. Allá la pornografía es consumida abiertamente, tanto por mujeres como por hombres, en el metro y en otros lugares públicos. El sexo está presente en todas partes y además está claramente separado del matrimonio.

Al mismo tiempo, los países nórdicos están bien adelantados al respecto. Las parejas discuten abiertamente sobre relaciones paralelas a sus matrimonios. Estas abarcan un rango desde amoríos de años con colegas de trabajo a escapadas de días festivos. Casi la mitad de los hombres finlandeses y cerca de un tercio de las finlandesas han tenido una relación paralela significativa. Cabe destacar que el matrimonio es una institución protegida y respetada en esos países, donde las familias pueden funcionar y desarrollarse sin ningún riesgo.

Y no ignoremos el pasado al dibujar el mapa del adulterio del siglo XXI. Si Internet ofrece línea directa para los amoríos, con una proliferación de sitios para adultos buscando parejas sexuales fuera de sus matrimonios, vale recordar que nuestros ancestros de abolengo practicaban una versión privilegiada de eso. Los emperadores retozaban con cortesanas, los reyes escogían a sus esposas para maniobras políticas y a sus amantes por compañía, la aristocracia se casaba por dinero y tenían amantes por placer.

¿Por qué han resistido por tanto tiempo las parejas británicas modernas? y ¿Estarán ellas listas para este enfoque del siglo XXI del matrimonio? Inevitablemente se plantea la cuestión de la moralidad. Ni siquiera con la religión perdiendo su influencia, los británicos se han mantenido tímidos en cuanto a abrirse al sexo como placer, tercamente juntando sexo con procreación.

También está la legión de terapeutas y consejeros que continúan promoviendo su agenda secreta de la monogamia exclusiva forzosa. Esta actitud aguafiestas plantea que los amoríos son escapismo desviado y fantasías sin mérito para las personas que no han madurado del todo. Esos consejeros forman una especie de policía emocional e intelectual, intentando mantenerle la puerta cerrada a la infidelidad.

En el interín, las feministas británicas ya han perdido la oportunidad de encontrar una nueva clase de sexualidad moderna y apropiada al siglo XXI. En la práctica, el feminismo anglosajón nunca se liberó de la moral puritana que desdeña o rechaza todas las formas del placer considerándolas pecaminosas.

Pero el sexo ya no es un asunto más moral que comer un buen almuerzo. El hecho de que la mayoría de las comidas las tengamos en casa con cónyuges y compañeros no excluye la posibilidad de comer afuera en restaurantes para probar diferentes platos y ambientes, con amigos o compañeros de trabajo. Cualquiera que rechace una aproximación fresca al matrimonio y al adulterio, con nuevas reglas que seguir, falla en reconocer los beneficios de una vida sexual revitalizada fuera de casa.

Ya dos economistas estadounidenses, David Blanchflower y Andrewo Oswald, han intentado medir la felicidad através de la satisfacción sexual en términos monetarios. Estimaron que incrementando la frecuencia de los encuentros sexuales de una vez al mes a cuanto menos una vez a la semana era equivalente a 48 mil dólares al año en felicidad. También estimaron que un matrimonio duradero proveía la equivalencia a 95 mil dólares al año. Si sumas ambos, un romance proveyendo mucho sexo y un matrimonio duradero, esa es una receta para tener un montón de felicidad.

También es un bello adicional si consideras cuánto más está viviendo la gente. En la Inglaterra pre-industrial los matrimonios sólo duraban cerca de 20 años, debido a la muerte temprana. Hoy, los matrimonios pueden durar 40 a 60 años. No es coincidencia que las edades pico para las aventuras en Gran Bretaña y los EEUU sea 45 para la mujer y 55 para el hombre.

Por supuesto, podría ser engañoso suponer que el ligue del casado no cargue con cierta moralidad por sí mismo. Dado que hay reglas para salir con gente soltera, es necesario un nuevo conjunto de reglas para cruzar el sigiloso mundo de los ligues de casados en internet.

Para muchos de los entrevistados con los que hablé, cuyos nombres han sido cambiados, negociar las nuevas reglas puede ser un asunto lleno de tensión. Los casados tienen menos tiempo libre y a veces son más específicos y cautos en su búsqueda. Amy gustaba de un hombre al que vio en un anuncio, pero lo desechó por vestir un cardigan gris viejo bajo el saco de su traje; Kate estaba encantada por conocer a Benjamin, elegante y divertido, hasta que se reveló que estaba metido en el sexo experimental; cuando Oliver se encontró con Scarlett en casa de ella para la primera cita, una fiesta swinger estaba en marcha allí, que no era lo que él tenía en mente.

Pero más allá de con quién te encuentres, la primera regla es "nunca hacerlo en tu propio jardín trasero", donde estás más expuesto al descubrimiento. Ésta es una de las razones de los éxitos de los sitios web: permiten que todos lleguen bien lejos de su propio círculo social. Ambas partes pueden establecer rápidamente que quieren lo mismo y están igualmente comprometidos a la clandestinidad y la discreción.

También está a un mundo de distancia de las aventuras "asimétricas" profundamente injustas al estilo antiguo, en las que desdichadas esposas serían dejadas en casa mientras los maridos en mejor posición económica y mayores cortejan a mujeres más jóvenes y más pobres - normalmente en el lugar de trabajo - despectivamente llamado "tener un extra".

Si hay algo que sucede hoy día, es que las mujeres casadas están en una asombrosa ventaja en este mundo del siglo XXI del adulterio moderno, no tanto por la disparidad del deseo sexual en los matrimonios modernos. Todos los recientes estudios sobre el sexo prueban que el admitido conocimiento de que los hombres quieren más sexo que sus esposas no es un estereotipo improcedente, sino un hecho. La brecha en el deseo sexual entre hombres y mujeres es observado en todo país y cultura en el que se hayan hecho estos estudios.

No es sorpresa que un matrimonio sin sexo o con poco sexo, en el que las parejas tienen sexo menos de una vez al mes, parece ser la causa de raíz más común de las aventuras de casados en internet. En Inglaterra, de acuerdo a la investigación sobre estilos de vida sexuales, las parejas con edades de hasta 60 años tenían sexo cerca de 10 veces al mes en los primeros dos años de su relación, con un acentuado declinamiento hacia un promedio de dos al mes luego de seis años juntos.



Esto pone a las mujeres al ruedo en el nuevo "mercado de encuentros" online de los sitios para ligues de gente casada, en una posición dramáticamente más fuerte. Mientras los sitios de ligues para solteros están dominados por mujeres buscando al "príncipe azul", aquellos para personas casadas están dominados por hombres buscando aventuras sexuales. La proporción es de alrededor de una mujer para cada 13 hombres, dando a las mujeres el poder de dictar términos, desde citas en los restaurantes más caros y regalos lujosos hasta recompensas financieras.

Por ejemplo Peter, un juez de 62 años, de buena posición económica, que vive en una bella casa histórica en el campo con su alegre esposa. Viajaba regularmente al centro de Londres para ejercer de juez en importantes disputas comerciales. También se quedaba en el mismo hotel, con vista al Támesis. Luego de varios años de esta rutina empezó a considerar la idea de una novia sexy que le entretenga durante sus estadías semanales. Se agregó a un website de citas.

Cuando conoció a su primera cita, Maya -bella y en sus treinta y tantos - no podía creer su suerte. Tuvieron un almuerzo alegre y lleno de coqueteo, sentados a la luz del sol. Al terminar, hablaron de encontrarse de nuevo. Maya sugirió un pago mensual para encontrarse por tiempo ilimitado según su conveniencia. Peter se rió, asumiendo que bromeaba. Consideraba que un almuerzo caro era suficientemente generoso.

Pero mientras se hacía paso dentro de una serie similar de primeras citas, que tampoco avanzaron, se dio cuenta de que Maya tenía razón: una regla crucial en este mundo de adulterio es que las mujeres tienen las riendas, especialmente cuando los hombres están pasados en edad.

Hay, sin embargo, igual cantidad de historias de éxito. Claire ha estado felizmente casada toda su vida con un hombre mucho mayor. Cuando se ausentó el sexo del matrimonio ella empezó un romance recompensado sexualmente con un hombre menor que duró ocho años. Cuando murió su marido, se casó con otro hombre amable, leal y considerado. Pero ella buscó nuevamente una aventura, en una website de citas para personas casadas, porque ella quería sentir la emoción de un amante que fuera siempre una novedad. Ya, para Claire y otros como ella, el nuevo adulterio es una forma de vida.

En forma crucial, la globalización de las culturas sexuales facilitadas por la internet, donde se dice que el sexo de una forma u otra constituye la mitad del tráfico, ha ayudado a traer de cerca prácticas mucho más variadas y aventureras. Como resultado, ya no podemos asumir que nuestra propia perspectiva es la única que existe, sí que es inevitable y "natural".

Por el contrario, el énfasis sobre el sexo como actividad recreativa en la sociedad consumidora permite que las personas en matrimonios célibes vean su situación como algo que puede y debe ser corregido, en vez de soportado. Los sitios web lo facilitan y proveen accesos masivos para encontrar tu propio amante. Algo que solía ser un lujo de reyes y millonarios ahora está abierto a todos. Muchos tienen suerte, otros se van con las manos vacías, pero de cualquier forma el matrimonio británico finalmente está yendo por el camino salvaje.


Traducido del original en inglés por Selenio Escrito.

miércoles, 29 de enero de 2014

La mejor generación (en la cama) - Cómo la generación Y está cambiando el panorama sexual

Por Alan Brightside


Casi no suele pasar un día sin que uno de los "viejos sabios" que dominan las columnas editoriales escribiendo un artículo de opinión dudosamente investigada acerca de cómo la generación Y es peligrosamente apática, hedonística y perezosa. [La web] The American Conservative publicó recientemente un artículo lamentando el hecho de que más de un cuarto de los hombres y mujeres menores de 30 años no se molesta en afiliarse a religión alguna y conforman por tanto, de acuerdo a sus palabras, la generación "decadente".

Tienen absolutamente toda la razón. Según los estándares de nuestros padres, todos somos unos pequeños Calígulas. Y esa es nuestra mayor fortaleza. 

Siendo la generación menos estrecha de vista desde los sesentas, nuestro laissez-faire sexual está cambiando la manera en que la sociedad trata al sexo y a la identidad, completamente para bien. He aquí cómo lo hace.


1. La pornografía y la masturbación ahora son cosas que hace la gente normal.


¿Sabías que la masturbación te dejará ciego? ¿Y hará que te crezca pelo en tus manos? ¿E incluso acortará tu vida? Nada de eso, sin embargo, inmensas cantidades de personas antes de nosotros creció con toda la culpa y el auto-aborrecimiento que estas creencias pueden traer.

Rumores como éstos eran comentados frecuentemente en aquellos días, y juzgando por su antigüedad (algunos de ellos pueden fecharse en los manuales de la era victoriana) una buena porción de gente los creía.

Con la invencón de internet, somos la primera generación en crecer sin tener que preguntarnos, "¿Si me toco me voy a morir?" Juzgando las afirmaciones emitidas por el tipo de gente que sabría sobre esto*, la generación Y está disfrutando de una masturbación libre de culpa en números récord - y si eso no lleva a una sociedad más equilibrada, no sé qué lo hará.


2. La generación Y es más probable que experimente con personas del mismo género - y abrumadoramente apoya el matrimonio homosexual


No necesitás sentir algo por miembros de tu propio sexo para apoyar los derechos homosexuales, pero no es coincidencia que una generación que está con más voluntad de liarse con personas del mismo sexo también está abrumadoramente a favor de permitir a las personas casarse con quien sea que estén enamorados. Los datos de percepción sorpresivamente detalladas del sitio de citas OkCupid sugiere que más del 34% de los jóvenes ha tenido un encuentro homosexual o le gustaría tenerlo - un incremento que encaja bien con el 81% de las personas de menos de 30 años que hoy apoya el matrimonio gay. ¿Coincidencia? Creemos que no.


3. El sexo ya no se da necesariamente entre dos personas, y el amor tampoco.


De acuerdo con una encuesta de [la cadena estadounidense] ABC, más del 21% de los americanos ha participado en un trío y  a un 14% más le gustaría hacerlo - eso incluye a todas las generaciones. Agreguemos a personas de más de 30, y este porcentaje sube dramáticamente. Entonces ¿por qué importa esto?

Una de las últimas formas de discriminación legal contra relaciones adultas consensuadas es con los hombres o mujeres que deciden involucrarse con más de un compañero. Note que las personas poliamorosas no necesariamente van por ahí organizando orgías - pero, al igual que la homosexualidad, una generación que quiere reinterpretar las nociones tradicionales de la monogamia es mucho más probable que apoye el derecho de otros de vivir el estilo de vida de su elección.


4. Estamos teniendo más sexo que cualquiera desde los sesentas - pero no estamos teniendo niños no deseados.


La abstinencia como única herramienta de educación demostró ser tan inútil como todos
esperábamos que fuera, dado que prevenir a los adolescentes de tener sexo en cursos de 30 minutos es de cerca tan probable como hacer retroceder el mar con un balde. Pero a pesar de los peores esfuerzos de los legisladores y educadores, nuestra generación tiene la menor tasa de embarazo adolescente de la historia - porque conocemos más sobre el uso del condón y el control natal que cualquier generación antes que nosotros.


5. Lo pervertido es la nueva tendencia - y está llevando a discusiones inteligentes sobre el consentimiento.


Aún cuando es más difícil de cuantificar que algunas de nuestras otras opciones, el hecho de que un erótico jugueteo sadomasoquista haya vendido más de 70 millones de copias sólo en los EEUU debería tirar pistas a cualquiera sobre el hecho de que la gente se está volviendo más aventurera sexualmente, cuanto menos en sus opciones de lectura. A pesar de las sugerencias de que los libros como 50 sombras son escapismo para gente de mediana edad, los gráficos de ventas muestran que las mujeres de menos de 30 años están eligiéndolo en igual proporción (si no más).

¿La elección de lectura de una persona es signo de que será más probable que se involucre en comportamientos pervertidos? El hecho de que los sex shops en los EEUU estén liquidando las existencias de sogas y esposas sugieren que la respuesta es un resonante 'sí'. El éxito en el medio convencional del porno pervertido también está llevando a discusiones inteligentes acerca de cómo las representaciones populares del sexo, como aquellas en 50 sombras, generan cuestiones sobre ideas de límites y consentimiento.


6. Los estigmas respecto del trabajo sexual están disminuyendo y las actitudes hacia el sexo se vuelven más relajadas.


Hemos recorrido un largo camino desde los setentas. Una generación atrás, la prostitución era ampliamente vista como una falla moral de mujeres lujuriosas que llevaban a los hombres honestos por el mal camino. Lógicamente entonces, las prostitutas frecuentemente eran multadas o arrojadas a la cárcel mientras sus clientes serían liberados con una dura advertencia.

Hoy, es difícil encontrar a una persona de menos de 30 que vea al trabajo sexual más como un asunto moral que económico. Es por ello que estados desde Alemania a Canadá están descriminalizando la prostitución o, en una victoria parcial, criminalizando la compra del sexo antes que la venta. Esto significa menos crimen, menos persecución al vulnerable, y menos estigma para aquellos hombres y mujeres que deciden hacer trabajo sexual.

Así que la próxiima vez que veas a un columnista fuera de onda precipitarse en etiquetar a la juventud de decadente, dale un abrazo. Derrocar la retrógrada moralidad de antaño puede ser nuestro mayor logro.



Nota del Traductor:
* En el artículo original la frase va vinculada al apartado estadístico del tráfico del sitio web Pornhub.

Puede leer el artículo original (en inglés), aquí.

Flotante