miércoles, 3 de abril de 2013

Una verdad incómoda: la monogamia sexual mata la líbido masculina

He aquí una apreciación: ningún consejo terapéutico serio puede empezar con la palabra simplemente. ¿Qué pensaríamos de un terapeuta que sugiriera que los alcohólicos deberían "¡Simplemente dejar de tomar!" y que la gente que lucha contra la obesidad debería "¡Simplemente dejar de comer tanto!"? Los sicópatas deberían "simplemente desarrollar alguna compasión", ¿cierto? Claro, eso funcionaría.

El problema con el consejo que empieza con simplemente es que casi siempre resulta ser un sinsentido disfrazado de sentido común. La inserción de simplemente justo ahí en el principio sugiere que hemos perdido nuestro tiempo hablando sobre el problema, investigando sus causas, explorando sus complejidades. Vayamos al grano. Olvidate de todo ese sesudo palabrerío y simplemente hacé esto. El poder de esta manera de abordar se vuelve obvio cuando recordamos que el problema de las drogas en los Estados Unidos rápidamente se terminó cuando Nancy Reagan nos dijo que simplemente digamos no a las drogas. Caramba, ¿por qué nadie lo pensó antes?

Un artículo reciente en Psychology Today perfila a un terapeuta/autor que sugiere que los hombres casados con baja libido podrían superar esta dificultosa situación si simplemente lo hicieran. De acuerdo a este artículo, "su deficiente deseo sexual a veces tiene poco que ver con hormonas o biología y mucho con las mujeres en sus vidas. Los hombres hoy, con suficiente frecuencia, están airados con sus esposas". A los lectores se les dijo que "en presencia de un desajuste del deseo, toda la intimidad se retira en todos los niveles además del sexual. Las parejas dejan de tener conversaciones significativas."

Estoy fuertemente en desacuerdo, tanto con respecto a esta enunciación del problema como con el efecto supuesto sobre la relación.

Primero, el problema. De hecho, para la mayoría de los hombres en relaciones sexualmente monógamas a largo plazo, una continua reducción en la libido tiene todo que ver con la biología y las hormonas, y sería así a pesar de la mujer particular que esté presente en sus vidas. Así es. El esposo sexualmente monógamo de la más guapa mujer sobre la tierra empezará a perder interés en cierto punto. Uma, Selma, ¡no es culpa de ustedes!

Con respecto a la ira masculina señalada en el artículo, es más probable que sea el resultado de la falta de voluntad de nuestra sociedad de enfrentar esta realidad biológica, en que se prefirere decir a los hombres que existe algo que está mal en ellos.

¿Querés que te dé una verdad incómoda? Probá con ésta: los seres humanos claramente han evolucionado para tener vidas sexuales con múltiples relacionamientos sexuales simultáneos.

Los hombres, especialmente, están diseñados por la evolución para estar atraídos a la novedad sexual y a perder gradualmente la atracción sexual por la misma compañera en ausencia de tal novedad. Lo que da en llamarse el efecto Coolidge está bien demostrado en mamíferos sociales de todo tipo, y es noticia vieja para cualquiera que esté mínimamente enterado en biología reproductiva.

Los hombres serán comportándose a su manera, a pesar de las muchas formas en que la sociedad intenta hacerles cambiar.

Volviendo a 1979, el antropólogo Donald Symons señaló que: "Los machos humanos parecen estar constituidos de tal forma que se resisten a aprender a no desear la variedad a pesar de impedimentos como el cristianismo y la doctrina del pecado; el judaísmo y la doctrina del mensch; la ciencia social y las doctrinas de la homosexualidad reprimida y la inmadurez psicosexual; las teorías evolutivas sobre lazos de pareja monógama; las tradiciones cultural y legal que apoya y glorifica la monogamia." ¿Alguien realmente necesita más ejemplos de un hombre con mucho por perder, que lo arriesga todo por sexo con una mujer que no es su esposa? Con seguridad, podés pensar en un ejemplo, o en siete.

Para ser justos, el terapeuta/autor perfilado en este artículo está lejos de ser la única fuente de desinformación en este delicado tema. Nada menos que el experto Dr. Phil hace notar que "los matrimonios sin sexo son una epidemia innegable", y seguramente tiene su propio consejo casero, de sentido común y completamente inútil para las parejas. Existe de hecho, una industria entera de terapeutas y escritores insistiendo que:

A. Hay algo malo con los hombres que experimentan una libido languideciente en el contexto de un relacionamiento sexualmente monógamo de largo plazo (son víctimas emocionalmente inmaduras del temido síndrome de Peter Pan, tienen problemas con su madre, son adictos al porno, tienen miedo del compromiso emocional, etc.), y también que,

B. Existe una manera mágica de atacar este problema que lo hará desaparecer.

Equivocado y más equivocado aún.

Volviendo a 1964, cuando Vietnam era una guerra nueva y la revolución sexual apenas empezaba, Masters y Johnson notaron que "la pérdida de interés coital por monotonía en una relación sexual es probablemente el factor más constante en la pérdida de interés de un varón que envejece, en su desempeño sexual con su pareja." También hace notar que "tal hombre puede ser rejuvenecido teniendo relaciones sexuales con una mujer más joven, aunque la mujer joven pueda no ser tan buena amante como su esposa". Nuestra investigación sugiere que la edad de la otra mujer es menos importante a estos efectos que su alteridad*.

Ahora, ¿qué pasa con los efectos en la relación? ¿Es verdad, como establece el artículo, que "en la presencia de una discrepancia en el deseo, toda la intimidad se retira en todos los niveles además del sexual" (el énfasis es nuestro)? ¿Las parejas han de "dejar de tener conversaciones significativas"?

Vamos.

Si conocés de alguna pareja que haya estado casada por unos pocos años, conocés gente que ha pasado tiempo significativo "en presencia de un desajuste de deseo". Una pareja está compuesta de dos individuos complejos, cada uno de ellos siguiendo su único y pedregoso camino por la vida. El deseo sexual fluctúa para muchos de nosotros de acuerdo con muchos factores: estaciones, presión laboral y financiera, embarazo y asuntos de cuidados infantiles, la muerte o el sufrimiento de seres amados, salud física en general, edad, etc. Es absurdo y destructivo sugerir que un desajuste de deseo necesita desembocar en una pérdida de toda intimidad y que las conversaciones significativas lleguen a un alto.

Para estar seguros, el sexo puede ser una parte importante de la intimidad, pero no es la esencia de la intimidad misma. De hecho, el sexo de alto libido puede fácilmente ser una expresión de la total ausencia de intimidad real: la célebre salida de una noche. Es muy improbable que las parejas que no entiendan esto sobrevivan por mucho tiempo.

De hecho, las parejas pueden encontrarse teniendo las más significativas conversaciones si tuviesen el coraje de hablar abiertamente acerca de estas fluctuaciones en el deseo. Una de las más importantes cosas que esperamos de nuestro libro (que saldrá el 2 de julio**) es facilitar a las parejas a encontrar juntas su camino a través de este terreno dificultoso, con una comprensión más profunda y menos crítica acerca de dónde vienen estos sentimientos molestos y un abordaje más informado y emocionalmente maduro para lidiar con ellos.


Referencias:
* Del año 2008, dispénseme el lector la flojera de no buscar con el suficiente ímpetu acerca del libro referenciado.
** Entiéndase, que la pareja sexual sea una persona distinta a la acostumbrada.

Traducción del original en inglés, su autor es Christopher Ryan.


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