miércoles, 27 de febrero de 2013

Mucho amor para dar

Sin pensar en dogmas y modelos convencionales de relacionamiento, hay un grupo cada vez mayor de personas interesadas en aceptar un modelo de amor más amplio. Amigos, amantes, novios... son palabras que no van a definir a un grupo de personas que, simplemente, se ama. Pasamos un fin de semana con Bela, Renata, Marcela, Anne, Alfredo, Fran y Luiz para mostrar qué cara tiene el Amor Revolución - una causa, un modo de vida, que, para ellos, no tiene vuelta atrás.

Podría ser un romance más en la vida de Luiz. Fugaz, etílica... normal. Pero aquella noche, hace cinco meses, una cena nada previsible hechizó al joven mexicano radicado en Sao Paulo. Un grupo de personas se fundía en una masa compacta, fluida, vaga. Difícil contar cuántos había en el grupo, de tantas piernas y brazos entrelazados. Ojos cerrados, cuerpos deslizándose unos sobre otros - jovencitas, muchachos... personas. Era una farra hedonista, un pequeño enredo, ¿una invitación al puterío? Luis sintió que no. "Me conmovió. Tenía una pureza de cariño, una energía muy linda", cuenta él y confiesa, "mucho quise entrar allí, pero no sabía si podía sobrellevarlo." Sólo necesitó llegar cerca. Bela, una de las damas encajadas en el grupo, estiró a Luiz hacia el meollo. Y nunca más salió.

"Siempre me consideré un especialista en abrazos", elabora tendido, mientras recibe caricias de dos chicas, "pero en Brasil las personas son muy cerradas. Y yo estaba cayendo en eso. Lo mejor fue conocer a estas personas. Hoy me asumo como soy. Que se joda todo lo que los otros lleguen a pensar." Suena extraño, inclusive, escuchar una autoafirmación tan decidida. Después de todo Luiz no es gay, no es bi, no está en busca de quilombo ni se preocupa con el rótulo (o la fama) de hétero. Y es exactamente eso lo que el proclama asumir: le gusta el cariño.

Él es, en el fondo, todo el mundo. Pero es raro encontrar a quien "salga del armario" como ese grupo. Estamos entre siete, bien acomodados en una pequeña cocina del edificio Copan, en el centro de Sao Paulo. Es la casa de Alfredo Toné, o Alfreedom, como suele firmar por ahí, e Issabela Alzira, Bela, su... ¿novia? No importa, en el fondo. Antes de cualquier liberación sexual, es de los conceptos y ataduras lingüísticas que ellos buscan independencia. Y fue en torno de la "pareja" que los demás en aquella sala gravitaran para conocerse. O mejor, en torno de las performances que los dos promueven en fiestas y los cursos de contacto e improvisación ofrecidos por ellos en la Casa Jaya - espacio ecocultural en la Vila Madalena.

Por caminos diferentes, Bela, Alfreedom, Marcelo, Luiz, Renata, Anne y Fran - el grupo fotografiado aquí - acabaron dentro de aquella turba sensorial, apropiadamente bautizada por ellos como amoreba - la ameba de amor. "Para mucha gente es difícil de entender que esto no es un cogedero", dice Alfredo, pero la frase podría salir de la boca de cualquiera allí. "Parece una orgía. Pero nosotros tenemos un enlace colectivo, de amor. Y eso es lo más importante. Claro que en medio de una amoreba se van formando situaciones más sexuales, más tensión aquí o allí. Pero no existe agitación. Es todo muy natural."

La amoreba "extendida", por así decirlo, es mucho mayor que los siete citados aquí. Es una red de amigos, personas que se conectaron en festivales, fiestas, aulas, viajes. "¡Unos 300!", dispara Bela, sin el menor criterio estadístico. Personas, presentes en mayor o menor grado, que compartieron no sólo una danza colectiva pegadita, sino experiencias de amor, desnudez y sexo que las liberaron como nunca. Celos, patrones estéticos y la propia idea de amor romántico, exclusivo, son inevitablemente colocados en jaque. Y la medida final para que alguien asuma su papel en ese difuso y bien conectado cuerpo colectivo es simple: la felicidad que tal entrega, tal desapego, genera. Marcela, estudiante de psicología, descubrió al grupo hace unos pocos meses. Pero ya tiene articulado un pensamiento claro, bien simple, sobre lo que el grupo representa en su vida.

"La primera vez que me desnudé para entrar en una cascada, yo vacilaba. Reparaba en el cuerpo de los otros, pensaba en mi cuerpo. Mas después percibí que esto que pensaba era todo mío. Que los otros no me estaban observando así", y concluye, sucinta: "Cuando estás sin ropa, te preguntás quién sos de verdad". Alfreedom completa: "En general las personas solo se desnudan para tomarse un baño o coger. Y existe gente que piensa que pensar que la desnudez es normal es cosa de locos..."

Pero la simple desnudez es sólo un paso en este camino sin transitar del amor dividido. Desafíos y recompensas mayores están en aceptar que es posible amar a muchas personas, intimar sin secretos ni mentiras. "La gente vive presa en una idea romántica, posesiva del amor. Descubrí que el amor no puede ser idealizado. Pero puede ser un ideal. Es bien diferente", define Marcela desde lo alto de sus ya sabios 20 años. Un ideal se oculta también entre las infinitas posibilidades y sutilezas de sensaciones que existen en una caricia y en un encuentro sexual. Y también, está claro, en soltarse de las restrictas definiciones de hétero, homo, bisexualidad. De nuevo, Alfreedom: "¿Puedo estar caliente por un tipo, si lo encuentro apasionante? Claro. ¿Pero yo soy bisexual y gusto mucho más de la mujer? ¿Y por qué es necesario responder esa pregunta? El amor es una entidad mucho mayor que todo eso".

Aún así, queda claro, incluso como breve testimonio, que se cierne sobre todos una sensualidad, una libido, esencialmente femenina. Son ellas las que dan el ritmo, que tocan a todos y a todas con más tranquilidad, que no se ahorran piquitos y caricias. Que asumen el típico ímpetu, lo negro en el blanco, de la sexualidad del macho. Y acarician al presente reportero mientras escucha los relatos y los diversos motivos por los cuales ellas, y ellos, aceptaron la invitación de la revista Trip para pasar un fin de semana en un lugar cerca de Sao Paulo.

"Nunca hice fotos, pero creo que esto que nosotros tenemos es algo importante de comunicar. No puede ser secreto", cuenta Renata. Ella, como todos, reconoce una triste, alienante dureza en la vida "convencional" de la ciudad. Un reinado fallido del ego, que encapsula y aísla a las personas y transforma su obstinada lucha por la naturalidad en algo bizarro. "En Sao Paulo el primer acto de rebeldía es llevar colores. ¡Cuando llevo un girasol por la carretera, las personas me miran como si yo fuese Falcao!"* Y los girasoles son comunes en la vida de la joven. Masajista de profesión, y jardinera terrorista con causa, quiere gastar su tiempo poniendo plantines sin pedir autorización por la ciudad. Es de ella también una simple definición del tipo de amor que permea a la "familia" (como todos, en algún momento, se llaman a sí mismos): "Aquí todo el mundo es madre y todo el mundo es cachorro".

Cachorros, o madres, en algún momento u otro Alfreedom y Bela asumen la palabra como líderes de la jauría. Son los más presentes en la Casa Jaya, donde suceden los cursos de contacto e improvisación. Y buscan, como artistas, actores que son, razones e implicancias metafísicas, políticas, para el amor revolución - el movimiento sin dogmas que está en silenciosa expansión. Un camino sin vuelta, creen, "un ajuste de los tiempos", según la buena conclusión de Bela sobre lo que está por dentro de la amoreba. Un atraso cultural. Una solución para un paradigma fallido de amor, casamiento y monogamia. Un deseo de creación colectiva, de transformación social y espiritual, que se arrastra hace generaciones y que ganó una estética más clara y exhuberante con el movimiento hippie. Más que hoy, en un mundo aún más complejo y dinámico, no cabe más en el iniciado apodo. Es esa falta de cercos conceptuales lo que deja todo más difícil a la hora de buscar una síntesis.

Anne, periodista, muy atenta, menos habladora, pide la palabra: "Para mí no necesitas quedarte parado, analizando tanto las cosas. Si yo quiero hacer el amor, lo hago. Si quiero coger, cojo. El motivo que me hizo hacer las fotos, y estar aquí, hablando contigo, es simple. Todo el mundo se desnuda. Todo el mundo tiene sexo. A todo el mundo le gusta. Estoy cansada de hipocresía", se desahoga con una sonrisa. "Es mi lucha contra el preconcepto." Alfredo ríe como un sátiro. Calmado por el vino que fluye, lento siempre, vaticina: "¡Esto no es sobre la gente! Es sobre la paz mundial". ¿Paz mundial? "Claro. Yo te garantizo... si duermes en una amoreba vas a querer abrazar hasta al panadero por la mañana."


* Marcondes Falcão Maia, cantante y compositor brasileño conocido por llevar un girasol en el pecho. Agradezco al anónimo que se sirvió en aclarar este punto. Más información (en portugués) aquí.

Reportaje con texto de Bruno Noguera y fotografía de Fernanda Rappa, traducción libre del artículo original.

Además de este maravilloso reportaje, hay una sesión fotográfica del grupo. Y la revista Trip, en otro link también publicó un inspirador vídeo del grupo que embebí aquí para que lo puedan disfrutar.

2 comentarios:

  1. Falcao es un personaje brasileño que carga siempre consigo un girasol.
    http://www.jangadeiroonline.com.br/uploads/2012/01/1326220560falco.jpg

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  2. Anónimo, quienquiera que seas, muchísimas gracias, sos grande...

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