lunes, 25 de marzo de 2013

Celos: mi nuevo amigo hot...

"¿Esos volantes tienen rebordes?" chilló la rubia mina hippie de veintitantos, indicando la camisa de mi amante.

"¿Por qué no le echás un vistazo?", dijo él, poniendo su pecho para que ella deslice sus dedos sobre la tela escarlata.

"Uffff", pensé.

Era una fresca y vulgar noche en el Symbiosis Festival en Pyramid Lake, Nevada. El agua trémula reflejaba la luz de la luna y los LEDs de neón. El aire latía con una mezcla de ritmos. La tierra zumbaba con los danzantes asistentes del festival y con los fantasmas paiutes. Estábamos aproximadamente a unas 18 horas de un eclipse total de sol. No pude haber pedido un paisaje más asombroso para compartir una tarde con el hombre que amaba.


Excepto que tenía que lidiar con esta mierda.

O sea, ¿en serio? Mi corazón estaba abierto de par en par, ¿y él tenía los huevos (o la estupidez) de coquetear con esta insípida fulanita frente a mí?

Bueno, bueno. Hice yoga. Creía en las relaciones abiertas. Leí a Byron Katie*. Debí haber simplemente sentido compasión amorosa por ellos y reconocer que emergían mi propia inseguridad y el haberlo juzgado, ¿verdad?

Entonces ¿por qué estos celos me astillaban la cabeza?

Una bola de fuego eléctrica subió hasta mi garganta.

Cuando volvió, no me pude contener. Me sentí herida de que haya podido desviar su atención, aunque haya sido sólo por ese breve momento. Me sentí egoísta por quererlo sólo para mí. Me sentí estúpida por permitir que semejante nimiedad me estruje el corazón. ¿No debería haber estado por encima de todo esto a estas alturas?

No. No lo estaba.

Saqué uno de mis letales trucos ninja femeninos.

"Podés volver allá si querés."

Qué puta mentira. No había forma de querer a este hombre alejado a más de medio metro de mí. De hecho, me dolía todo el cuerpo por arrastrarme encima de él, envolver mis piernas alrededor de su torso grueso y peludo, y aplastarlo. Consumirlo. Quería cada pieza rota de hombre dentro mío.

"No, quiero quedarme contigo", respondió.

Excelente respuesta.

Salimos hacia la noche. Paró, persistente por meternos a ver algo de arte. En vano luchó por intentar que yo lo disfrutara, pero mi hambre agrietó la "cara de chica buena" que había fabricado.

"No", pensé. No quería mirar nada de arte estúpido o analizar mis temores estúpidos o procesar nuestros sentimientos estúpidos.

Celos, celos, celos... ¡por Dios! ¿Todo se trata de eso? ¿Por qué simplemente no los podemos dejar ir?

En el momento en que me volví curiosa respecto a ellos, me dijeron:

"Deseo."

Deseo específico y no hablado. De guardarlo para mí, me mataría. Rabia y resentimiento hervirían en un caldo tóxico, destruyendo todo lo que me importaba. Pero una vez revelado, avivaría mi transformación.

"Quiero volver a nuestra carpa. Ahora."

El orgasmo triunfó sobre todo.

Dentro de la carpa, lo monté a horcajadas. Los labios ardientes de mi concha envolvieron su verga. Mi frente presionaba la suya. Un profundo y completo deseo se elevó sobre mí. Deseaba tanto succionarlo dentro mío como ser totalmente consumido por él.

"Ponete arriba".

Él obedeció. Su cabello y el peso de su cuerpo me aniquilaron. Abrí mi boca para sentir la salada humedad de su piel. Mis uñas excavaron más profundo. Un grito de tono bajo arrancó desde mi garganta. Acerqué su rostro al mío, mordiendo su labio inferior. Esclavicé a este hombre con mis extremidades temblorosas y lo sostuve hasta que la fuerza del orgasmo cegador abrasó nuestra carne junta.

Lo único que quedó fue un susurrado "carajo".

Gracias celos por recordarme de mi hambre.

Gracias celos por conectarme con mi poder.

Gracias celos por ser mi nuevo amigo hot, que demanda no menos que la más completa expresión de mi más profundo deseo.


* Byron Katie es una autora estadounidense que propuso un método de auto-exploración llamado "El trabajo" (The Work en inglés) que busca eliminar aquellos pensamientos que causan estrés a través de cuatro pasos, a saber: verificar la veracidad del pensamiento, profundizar sobre si es posible conocer absolutamente tal veracidad, percibir cómo reaccionamos sobre ese pensamiento e intentar proyectar qué se sentiría si no se tuviera ese pensamiento.

Traducción libre del artículo original en inglés, escrito por Candice Holdorf.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todos los comentarios son bienvenidos, aunque están sujetos a remoción en caso de que así lo considere necesario.

Flotante