sábado, 28 de marzo de 2015

10 cosas que desearía que alguien me hubiese contado sobre el sexo cuando tenía 15 años

Si tu educación sexual fue típica, probablemente creciste escuchando sobre los "pájaros y las abejas" o sobre la cigüeña que te trajo.

Y si tuviste la suerte suficiente, tal vez tuviste padres que tragaron aire y farfullaron algo sobre penes, vaginas, esperma y huevos en un fiasco de educación sexual de cinco minutos que garantizó que ninguno de ustedes vuelva a tocar el punto.

Tal vez viste una película sobre educación sexual clínica o unas diapositivas en la clase de ciencias de octavo grado o, si creciste en los noventas o más tarde, incluso tal vez tuviste algún bienintencionado educador de sanidad que te mostró cómo poner un condón en un pepino. Pero ninguna de estas cosas constituye el tipo de educación sexual que necesitamos - ¡una que nos ayude a alcanzar las vidas sexuales ricas, profundas y sanas que todos anhelamos!

Hacia mis quince años, me dediqué a mi educación sexual acechando las tiendas de libros a la salida del colegio.

Aprendí de un libro a masturbarme con el grifo chorreante de la bañera (¡menuda revelación!) y me lancé sobre otros libros para intentar tener idea de cómo dar placer a mis compañeros sexuales (sí, fui una precoz metepatas).

No me llevó mucho tiempo aprender todo sobre las diferentes tarjetas que podían insertarse en todo tipo de ranuras o sobre los embarazos o EE.TT.SS. que podrían resultar. Pero francamente, en toda esta educación sexual no aparecía el elemento mayor que necesitaba: aquel que podría ayudarme a entenderme y aceptarme como una persona sexual, y entonces embarcarme en la aventura de descubrir qué era lo que necesitaba o quería del amplio mundo del sexo.

En cierta forma las mujeres la tienen fácil. Siempre hay hombres alrededor que tienen la voluntad de fomentar nuestra educación sexual - o sus propios fines, ¡claro está! Pero incluso tener sexo con muchas personas, tanto hombres como mujeres, no me dio el tipo de educación sexual que más anhelaba - aquel que siempre tuve que construir yo misma durante décadas.

La verdad es que el tipo de educación sexual que necesita una mujer nunca nos puede ser realmente entregado por ninguna fuente o persona externa, ¡porque lo que realmente necesitamos es tomar posesión de nuestra propia experiencia y nuestros deseos! Aún así, algunas fuentes externas podrían haberme dirigido en la dirección correcta...

Entonces, ¿cuál es la educación sexual que hubiese deseado tener?


Aquí van las 10 cosas más importantes que me hubiese gustado que alguien me diga cuando tenía quince:


1. ¡Insertar tarjetas en ranuras es solamente la punta del iceberg!

El sexo es un misterio maravilloso y desafiante. Podrá sentirse y se sentirá completamente diferente con diferentes personas - y con la misma persona en distintos momentos - incluso si la mecánica implicada es exactamente la misma.


2. La química sexual no es amor.

Es completamente otra cosa. Es por eso que podemos tener excelente sexo con alguien a quien no amamos y uno terrible con alguien a quien sí amamos. Vale la pena ver si podemos amar a la persona con la que tenemos gran sexo - o mejorar el sexo que tenemos con la persona que amamos - pero es importante no confundir ambos.


3. Nuestro cuerpo no es una máquina.

Cuando tenemos sexo en el contexto de una relación nuestro placer sexual estará profundamente impactado por el nivel de confianza, seguridad y conexión que sintamos. Si el sexo empieza a desvanecerse en una relación, no debemos simplemente probar cosas nuevas; por el contrario, debemos observar más profundamente qué es lo que podría estar mal en la relación.



4. No hay sólo una manera de tener "gran sexo".

Lo "grande" puede significar romper-todo-de-la-calentura o puede significar hacer el amor de manera dulce, lenta, amable, profundamente conectada. Puede significar un rapidito de cinco minutos o dedicar horas a la exploración lujuriosa de los cuerpos sin siquiera tocar los genitales.


5. Buen sexo -o mal sexo- puede pasar con cualquiera.

Puede pasar con mujeres y puede pasar con hombres. Puede pasar con gente a la que amamos y con gente a la que no. Si tenemos "mal" sexo con alguien con el que el sexo era bueno hasta el momento ¡no entres en pánico! Por el contrario, deberíamos ponernos curiosos. ¿Qué cambió dentro nuestro, dentro de ellos, en la relación?


6. El sexo puede ser un vehículo increíble para aprender sobre nosotros mismos.

Notar lo que hacemos automáticamente - y lo que no nos permitimos hacer a nosotros mismos, aunque lo quisiéramos realmente - puede abrir portales al mayor crecimiento y la sanación, si lo permitimos.


7. Las fantasías sexuales también pueden ser accesos al auto-conocimiento.

A veces fantaseamos lo que realmente queremos y a veces nuestras fantasías son una manera de intentar procesar antiguos traumas o ayudarnos a soportar algo difícil, erotizándolo. No debemos asumir que queremos vivir realmente nuestras fantasías (y no deberíamos asumir que no). Deberían ser marcas de interrogantes para nosotros y para potenciales maestros.


8. No debemos preocuparnos demasiado de dar placer a nuestras parejas.

Si podemos quedarnos en nuestro propio cuerpo y en nuestra propia experiencia, será un sexo más caliente y profundo para nosotros y para nuestros compañeros.


9. Si estamos a mitad del sexo y no lo estamos disfrutando, ¡pará!

No lo actúes. ¡Fingirlo es como una forma de violarnos! Debemos tomar el riesgo de decirle a nuestro compañero, con tacto, que necesitamos un respiro - aunque no sepamos por qué. Puede sonar todo un paso radical, pero puede abrir posibilidades mucho más profundas para la intimidad.


10. El sexo cambia con el tiempo - tanto dentro de una relación como dentro nuestro a medida que envejecemos.

Es porque el sexo es un ente vivo y todo lo que vive cambia con el tiempo. ¡Déjalo! Todos los días deberíamos cultivar una actitud de exploración, de curiosidad interesada y de descubrimiento acerca de lo que es el sexo para nosotros hoy día.


La verdadera educación sexual solamente puede suceder cuando nos convertimos en alguien con la voluntad de educarse a sí mismo sobre el ser sexual asombroso, peculiar, único, lleno de deseo, temeroso, aventurero, tímido y audaz que realmente somos. ¡Puede ser un magnífico proceso de autoexploración, autoaceptación y auto-amor!


Por Ruth L. Schwartz

Original en inglés aquí.

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